Fue fundada por San Francisco
de Asís en la Reforma de la Orden Capuchina llevada a cabo
en el año 1.528, en Asís (Italia), y para hacerse una
idea, aunque sea breve, de los orígenes de las Órdenes
Franciscanas no queda más remedio que referirse, en primer
lugar, a la vida de su fundador, es decir, efectuar una biografía,
en rasgos generales, de la figura de San Francisco de Asís.
Para comenzar, habrá que dejar aclarado que el nombre del futuro
santo fue el de Giovanni Bernardone, nacido en Asís, en el
año 1.181, o 1.182 y fallecido en 1226.
Hijo de una familia muy acomodada, abandonó la casa paterna,
iniciando su predicación. Pronto tuvo un grupo de seguidores
que obtuvo la aprobación oral pontificia por parte de Inocencio
III en 1.209. Francisco elaboró unas Reglas, que hoy se han
perdido. Es de suponer que se atuvieran a la norma que marcó
toda su vida: la humildad. En el año 1.212, consiguió
atraer a Clara de Asís a su Orden y esta dama tomó el
hábito franciscano de manos del que más tarde sería
uno de los Santos más destacados de la Iglesia. Francisco intentó
pasar a Oriente, pero fracasó en su empeño ya que la
nave en la que viajaba naufragó, lo que no le hizo desistir
de sus propósitos y no mucho tiempo después viajó
hasta España desde donde quiso pasar a Marruecos, lo que no
consiguió. En 1.221, pasó a Egipto donde logró
conversar con el Sultán de aquel país ya que mantenía
la ilusión de convertirlo para el cristianismo. El primer Capítulo
de la nueva Orden se celebró en 1.217 y en 1.219, el segundo.
Toda la doctrina de San Francisco de Asís se orienta hacia
la pobreza, la humildad, el amor a Dios y a todas las criaturas por
El creadas, la caridad con el prójimo y el espíritu
de la oración. Un dato, que entendemos es interesante y curioso,
es que parece ser que, fue un grupo de franciscanos, los primeros
en introducir la práctica de construir Belenes.
Hablemos de las Órdenes Franciscanas; como hemos dicho, San
Francisco reunió en torno a sí un grupo de seguidores,
para los que estableció una breve Regla que constaba de doce
artículos, basada en los textos evangélicos y, como
ya hemos dejado señalado, caracterizada por la pobreza, la
obligación de vivir de la limosna cuando no fuera posible trabajar
y la dedicación al rezo y la predicación. La Orden Franciscana
aprobada primero por Honorio III, fue posteriormente reconocida en
1.230 por Gregorio IV, quien liberó a los franciscanos de la
obligación de interpretar la Regla según el "Testamento
2 de San Francisco.
Parece ser que el "Testamento" contribuía a crear
cierto confusionismo dentro de la Orden, dando lugar a la controversia
y al peligro de la división. Esta orden Franciscana creció
muy rápidamente y fue extendiéndose por toda Europa,
dedicando sus mayores esfuerzos a la predicación. En tiempos
muy agitados por las guerras y las convulsiones, los franciscanos
quisieron hacer llegar su mensaje de paz a todos los confines del
mundo conocido y así se crearon las misiones extranjeras prestando
especial atención a Oriente, lo que les llevó hasta
la China y tal fue su celebridad que se les otorgó la custodia
de los Santos Lugares en Palestina. Las denominadas "Constituciones
Narbonenses", fueron un elemental decisión para su institucionalización
(sucedió en el año 1.260 ) y el propulsor de las mismas
fue San Buenaventura, quien las había promulgado, orientando
también a la Orden hacia los Estudios. Éste era un tema
que había sido olvidado por el Fundador, obsesionado por la
humildad, la pobreza, la caridad y el amor.
Pero una Orden Religiosa es obra de humanos y, por tanto, sujeta a
determinados avatares. En el siglo XVI se produjo una general decadencia
de la Iglesia que, unida a una visión apocalíptica de
los espirituales, arrastraron a la Orden. Para corregir los errores
y canalizar los esfuerzos que se orientaban a hacer volver a la Orden
Franciscana a sus orígenes, surgió la "Observancia",
dentro de la obediencia franciscana. Dentro de la Iglesia se han producido
también controversias y hasta luchas enconadas y sería
inútil tratar de contradecir lo que cita la historia. Los franciscanos
tuvieron también su lucha con los "Conventuales",
hasta que en 1.446 obtuvieron el privilegio de poder elegir vicarios
generales y provinciales propios. Ambas ramas franciscanas quedaron
vinculadas sólo en la persona del ministro general hasta que
León X las separó, erigiéndolas en Órdenes
independientes. De este modo la "observancia", se multiplicó
sin tener una estructura única. Destacaron en ella el movimiento
de los "descalzos" en España y Portugal y los "recoletos"
españoles que a partir del siglo XVII establecieron comunidades
en Francia. Tras la separación, los "conventuales"
mantuvieron el cuidado de los lugares tradicionales franciscanos.
En el Concilio de Trento aceptaron la posibilidad de mantener bienes
en común, pero quedando obligados a la pobreza personal. La
Orden Franciscana tuvo el momento de su mayor esplendor en el siglo
XVII, pero, en contrapartida, fue la que más sufrió
con las medidas antirreligiosas del siglo XIX. Hablemos ahora de la
Orden que estudiamos: De los "conventuales" dependen los
"terciarios", gran parte de las congregaciones femeninas
franciscanas y algunas "clarisas". La Reforma de los conventuales,
iniciado por Mateo Da Basi, en 1.525, fue erigida en Congregación
en 1.528 con el nombre de Frailes Menores de Vida Eremítica,
aunque su hábito con capuchón motivó el nombre
popular de Capuchinos. Esta Congregación hace hincapié
en la pobreza y la predicación popular, el trabajo manual y
las obras de misericordia, conjuntando todo ello, con un alto espíritu
contemplativo. Esta Congregación tuvo gravísimos problemas
al pasar al protestantismo su Vicario General, Bernardino Ochino,
en 1.542, pero se expandió rápidamente por España,
Francia, Suiza, etc. y en el año 1.619 se independizó
de los "conventuales". Las tres ramas franciscanas viven
desde comienzos del siglo XX, una etapa renovadora de preocupación
tanto misionera como científica. La distribución de
estas tres Órdenes Franciscanas se dividen así: Frailes
Menores, Conventuales y Capuchinos. A ellos hay que añadir
la Tercera Orden Regular de San Francisco; los Hermanos Franciscanos
de la Santa Cruz y los Hermanos Pobres de San Francisco Seráfico.
Y entre las Congregaciones femeninas, además de las "clarisas",
existen varias congregaciones más que se denominan "franciscanas".
La Orden de Frailes Menores basa su fin determinado en la imitación
de Cristo por la austeridad de la vida y el apostolado según
la tradición franciscana. Mantienen Casas no sólo en
España, (Andalucía, Castilla, Cataluña, Navarra
y Valencia) sino también en América, (Estados Unidos,
Cuba, Venezuela, República Dominicana, Nicaragua, México,
Colombia) y en Asia, en las Islas Filipinas. Queda por reseñar
otra figura muy relacionada con los franciscanos que entendemos sería
injusto dejar en el olvido. Se trata de San Francisco de Paula, fundador
de los "mínimos", de los que nos ocuparemos en su
momento.
En contra de San Francisco de Asís que fue hijo de familia
burguesa, San Francisco de paula lo fue de una muy humilde. Durante
algún tiempo, permaneció en el Convento franciscano
de San Marcos Argentario (1.428) y se retiró a la vida eremítica
cerca de su pueblo natal. Su fama de hombre de conducta ejemplar rayana
en la santidad le obligó a dirigir a un grupo de seguidores
de San Francisco de Asís, a partir de 1.436. Consiguió
la Regla definitiva de los que serían llamados Mínimos
en 1.493. Su espiritualidad sigue la de San Francisco de Asís,
pero acentúa la mortificación.
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