Siendo el origen de esta Orden Militar las
Cruzadas y originada por la atención que prestaron los caballeros
teutones que en la misma participaron, entendemos que no está
de más incluirla en la relación de dichas Órdenes
que hemos venido desarrollando. Se trata de una Orden Religioso-Militar
que en un principio fue conocida con el nombre de Caballeros Teutónicos
del Hospital de Santa María de Jerusalén. La fecha de
su creación se fija en el año 1.189, durante el asedio
por los cruzados cristianos de la fortaleza de San Juan de Acre. Fue
entonces cuando se elevó un hospital destinado para los cruzados
teutones. Ahora bien: en el año 1.198, los caballeros de esta
nacionalidad se reunieron para estudiar y llevar a efecto, si existía
acuerdo, la transformación del Hospital de Acre en una Orden
Religiosa-Militar. Así se determinó, nombrándose
a su primer Maestre, que fue Heinrich Walpot. El segundo paso fue
la elección del hábito, decidiéndose que este
fuera una túnica blanca con una cruz negra. La idea original
fue combinar los ideales hospitalarios de la Orden de San Juan, con
los militares de los Templarios, constituyendo una fuerza de caballería
noble destinada a la defensa de la fe. Este fue el proyecto original;
pero finalizada su participación en las Cruzadas, los caballeros
de la Orden Teutónica regresaron a sus tierras de origen y,
en lugar de disolver una Orden que había nacido para combatir
a los musulmanes en Tierra Santa, decidieron continuar su obra en
los países del Norte de Europa y así fijaron su atención
en las posibilidades que ofrecía la evangelización de
los territorios situados al Este de Alemania. Esto sucedió
en el siglo XIII. Su primera acción fue acudir a Transilvania,
emprendiendo una serie de acciones bélicas que finalizaron
en estruendoso fracaso, ya que fueron expulsados de Hungría
por Andrés II, rey de aquel país. En el año 1.310,
los caballeros de la Orden iniciaron la ocupación de Prusia,
dirigidos por su III Gran Maestre, Herman Von Salza, intentaron entrar
en la Pomerania desde donde se extendieron a Estonia. La Orden concebida
como Religiosa-Militar, se orientó casi exclusivamente a esta
última ocupación, dado que una vez pacificada Prusia,
extendieron su campo de acción a Livonia y Curlandia. Fue precisamente
en esta época cuando la Orden Teutónica se fusionó
con otra Orden similar, aunque de menos importancia, los denominados
Caballeros Portaespada. Las actividades de la Orden Teutónica,
aunque proclamando siempre que estaban en defensa de la fe, lo que
en realidad significaban era la total germanización de las
tierras que iban ocupando, ya que se dedicaban a la fundación
de nuevos núcleos de población y estos inevitablemente
eran poblados por elementos germanos. Para este designio se utilizaba
la táctica de la fundación de grandes ciudades, en detrimento
de la población autóctona, a la que se sometía
en ocasiones a verdaderas matanzas, o deportándola de unas
tierras que habían habitado durante siglos y que, en realidad,
eran suyas. En el año 1.291, la pérdida, por los cristianos,
de San Juan de Acre, en Tierra Santa, cortó los últimos
y ya muy débiles vínculos de los caballeros teutónicos
con el espíritu de las Cruzadas y la capital de la Orden y
sede del Gran Maestre se trasladó a Venecia hasta el año
1.309, en que se decidió instalarse definitivamente en Malborck,
ciudad desde donde las altas jerarquías de la Orden dirigían
todas las actividades de la misma. Durante el siglo XIV, la Orden
Teutónica alcanzó el período de su mayor expansión
y sus posesiones vinieron a constituir algo así como un enorme
estado monástico.
Obtuvieron la posesión total de la Pomerania y adquirieron
el puerto de Danzing, culminaron el dominio sobre Estonia y ocuparon
la isla de Gotland. La política de esta Orden fue variando
según pasaba el tiempo; si al principio fue una organización
más en las Órdenes de Caballería destinadas a
la defensa de la fe cristiana, pronto se demostró que, bajo
este pretexto, lo que se iba llevando a cabo era una política
de agresión sobre otros Estados a los que se deseaba germanizar.
A partir de la segunda mitad del siglo XIV, se inició la decadencia
de la Orden Teutónica. La aparición de una fuerte potencia
militar constituida por la unión de Polonia y Lituania significó
un rudo golpe contra los intereses expansionistas de los caballeros
teutónicos. Y la Orden sufrió, frente al rey Ladislao
II, de Polonia una tremenda derrota en la batalla de Tannenberg de
modo que al finalizar la guerra por la paz de Torun (1.466) la mayoría
de los territorios que habían estado en posesión de
la Orden Teutónica pasaron a depender de Polonia. En el año
1.511 fue elegido su último Gran Maestre, Alberto de Brademburgo
y aquí, en este preciso momento, es cuando se revela con toda
claridad que los motivos que movieron a esta Orden en sus tiempos
de expansión no fueron religiosos, sino políticos, ya
que este Gran Maestre abandonó el catolicismo para adherirse
a a la Reforma Protestante, secularizando la Orden, con lo cual se
abandonó el ideal monástico para pasar a formar un Estado
hereditario formado por las posesiones de los Hohenzollern. En el
año 1.525 se llevó a efecto la práctica desaparición
de la Orden Teutónica. Ya nada quedaba de sus principios, de
su misión en Tierra Santa, de sus carácter de Hospitalarios,
en sus últimos años de existencia, los teutónicos
se habían convertido en un ejército regular al servicio
de la idea pangermánica y nada más. En su primitiva
organización, la Orden Teutónica comprendía a
los caballeros, que eran los encargados de las misiones militares;
los sacerdotes, de las espirituales y ritos de la fe y, una especie
de legos que eran los encargados de servir a los primeros y los segundos.
Los componentes de los dos primeros grupos, caballeros y sacerdotes,
estaban obligados a hacer votos perpetuos, en tanto que los legos
podían abandonar la Orden cuando así lo creyeran conveniente.
En un principio, cada casa, o convento de la Orden, debía estar
habitada por un Comendador, doce caballeros y seis sacerdotes, amén
de un número indeterminado de legos.
La Dirección General de la Orden correspondía a un Gran
Maestre cuyo cargo era vitalicio. Ahora bien, las decisiones de este
Gran Maestre estaban controladas por un Capítulo General formado
por los Maestres provinciales (Armenia, Acaya, Lombardía, Apulia,
Prusia, Livonia y Germania). En la misma residencia del Gran Maestre
de la Orden debían vivir los demás altos dignatarios,
que eran, el Comendador, el Gran Mariscal, el Hospitalario y el Tesorero.
La realidad histórica obliga a dejar constancia de cómo,
al amparo de lo que en un principio constituyó el mismo ideal
que empujó a los cruzados a Tierra Santa, es decir, la defensa
de la fe cristiana, acabó convirtiendo a esta Orden en algo
totalmente distinto al pensamiento de sus fundadores. Debilitado el
espíritu de las Cruzadas, la Orden Teutónica no sólo
se desentendió de cuanto pudiera suceder en Tierra Santa, sino
que acabó convirtiéndose en un ejército, cuyo
ideal, si así puede llamarse, fue el ir conquistando tierras,
no para extender por ellas la fe, sino para irlas poblando de elementos
germanos. La religiosidad se había convertido en política
al servicio de un nacionalismo que nada tenía ya que ver con
los primitivos orígenes de la Orden.
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