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La Orden Militar de Santiago

Orígen y evolución
Hechos de armas y principales acontecimientos
Requisitos para el ingreso en la Orden de Santiago
Relación de Maestres de la Orden de Santiago




Orígen y evolución


Fue fundada en el año 1151 en el Reino de León. Sobre el modo cómo se fundó y los que la constituyeron en calidad de primeros miembros, no se posee absoluta certeza. Según la explicación más verosímil 12 caballeros de León, en el reinado de Fernando II, arrepentidos de la vida licenciosa que hasta entonces habían llevado, decidieron unirse bajo unos mismos Estatutos y formar una congregación para defender de los ataques de los musulmanes a los peregrinos que visitaban el sepulcro de Santiago, en Galicia, y para guardar las fronteras de Extremadura. Realizaron su propósito, y al principio se llamaron Caballeros de Cáceres. La congregación prosperó, adquiriendo bienes y territorios y llegando a formar una especie de diócesis con capital en Uclés, donde tenía autoridad casi episcopal, ejercida por un prior-provisor.

A esta semidiócesis pertenecían pueblos de las hoy provincias de Ciudad Real, Cuenca y Toledo, los conventos de monjas de la Concepción de la Membrilla y Comendadoras de Santiago, de Madrid. Alfonso VIII de Castilla cedió Uclés al Fundador de la Orden, Pedro Fernández de Fuentencalada, para que se estableciera allí, y defendiera la frontera, según Escritura Real extendida en Arévalo el 3 de enero de 1174; Uclés siguió en poder de la Orden hasta los tiempos de los Reyes Católicos.

Hechos de armas y principales acontecimientos

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A Fuentencalada, que ayudó a Alfonso VIII a la conquista de Cuenca y dio su Fuero a Uclés, en 1179, sucedió en el Maestrazgo Fernado Díaz, y luego Sancho Fernández de Lemus, fallecido en 1195 en la batalla de Alarcos. Le sucedió Gonzalo Rodríguez y otros cuatro Maestres durante cuyo gobierno nada debió suceder de notable a juzgar por la oscuridad de datos en ese período. Fue notorio después, como Maestre, Pedro Arias, que murió en el año 1212 en la batalla de las Navas de Tolosa. Al fallecer Alfonso VIII acontecieron disturbios en la Orden, pero en 1233 concurrieron ya sus caballeros a la batalla de la toma de Jerez de la Frontera, y tres años más tarde a las conquistas de Úbeda y Córdoba. Pelayo Pérez de Correa fue el Maestre que mayor esplendor dio a la Orden, haciendo decidir a Fernando III el Santo a poner sitio a Sevilla. En la entrada triunfal de los cristianos en esta ciudad, el primer estandarte que ondeó en sus muros fue el llamado Estandarte de Santiago, que estaba bendecido por el Papa y que, según una descripción del siglo XVII era de dos puntas y de 2 varas de ancho por 5,5 de caída; estaba confeccionado en damasco rojo, con el apóstol Santiago caballero en un caballo blanco, figurando un guerrero a la gineta; una cruz grande con cuatro brazos iguales que remataban en forma de flor de lis, éstas de color blanco, y con cuatro veneras de oro sobrepuestas en los ángulos; en el reverso se reproducía el mismo dibujo.

Durante el aludido sitio de Sevilla 270 caballeros, dirigidos por su Maestre, se internaron demasiado en la sierra y cogiéndoles la noche sin haber logrado la derrota completa de los enemigos, se les apareció la Virgen, a la que pidieron que detuviese el curso del sol, al tiempo que pronunciaban la deprecación "Santa María, ten tu día", En memoria de este suceso se edificó más tarde en aquel lugar el santuario de la Virgen de Ten-tu-día, donde fue sepultado dicho Maestre en el año 1275. Fue sucedido por Gonzalo Ruiz Girón, que murió a su vez de las heridas recibidas en Alcalá de Buenzoide en 1280.

En 1284 fue elegido Gonzalo Martel, a quien sucedió a su vez Pedro González Mata; a éste, Juan Osórez, y después Diego Múñiz, García Fernández y Vasco Rodríguez Cornado. En 1343 el Infante Don Fadrique, bastardo de Alfonso XI, fue mandado asesinar, cuando ocupaba el Maestrazgo, por su hermano el Rey Don Pedro I, que nombró en su lugar a Juan de Padilla, hermano de la favorita del Rey, la legendaria Doña María de Padilla; pero los caballeros de la orden se negaron a reconocerle y le derrotaron cerca de Uclés, falleciendo Padilla en la lucha. Los Maestres que siguieron, Fernando Osórez, Pedro Fernández y Pedro Muñiz murieron en la guerra con Portugal, pero la orden se repuso durante el prolongado maestrazgo de Lorenzo de Figueroa, que fundó el Convento de Santiago de Sevilla.

Del turbulento Infante Don Enrique, que tuvo el maestrazgo en administración, pasó éste en propiedad en el año 1445 a Alvaro de Luna, y luego a Beltrán de la Cueva, al Infante Don Alfonso (hijo menor de Juan II de Castilla) y a Juan Pacheco, Marqués de Villena, quien después de siete años de gobierno renunció en su hijo Diego, con disgusto de la mayor parte de los caballeros, produciéndose con este motivo un cisma en ella y grandes luchas por pretender a un tiempo el maestrazgo don Enrique Manrique y don Alonso de Cárdenas. Los Reyes Católicos pusieron término a las disensiones nombrando Maestre a don Alonso, que en su calidad de tal les acompañó a la conquista de Granada.

Recibe en esta Orden el nombre de Trece el caballero nombrado por el maestre y demás caballeros para algún Capítulo general. En la Bula de Confirmación de la orden expedida por el Papa Alejandro III en 1175 se estableció que hubiese trece frailes, a cuyo cargo estaría la elección del Maestre y el ayudarle con su consejo; ha habido historiadores que han sostenido el criterio de que la significación de estos trece se corresponde con el número de los primeros caballeros que se juntaron para fundar la Orden. Los Trece constituyen las primeras dignidades de ella, después de los dos priores de Uclés y de San Marcos. Los Comendadores Mayores de Castilla y de León siempre fueron trece, aunque no con carácter nato por razón de tales Encomiendas, puesto que consta que lo fueron muchas veces por elección como todos los otros.

Hasta el año 1212 no se menciona documentalmente a los Trece. No eran perpetuos puesto que se advierten frecuentes cambios, que, sin duda, obedecían a que renunciaban, porque era cargo que conllevaba gran trabajo y responsabilidad, por la frecuencia con que se celebraban los Capítulos y la obligación de asistir en sus funciones rectoras al Maestre. La falta de un Trece, que se hallaba ausente por legítima causa, se suplía por otro caballero que se elegía para sólo aquel acto y se llamaba enmienda; pero de este uso no hay memoria anterior al año 1350. Por lo común, los que habían sido enmiendas en el Capítulo eran elegidos Trece en propiedad a medida que quedaban vacantes. Los Treces asistían a los Capítulos con capas negras y bonetes, como los priores, y su autoridad y prerrogativas han sido distintas según los tiempos. En 1246 las restringió mucho el Papa Inocencio IV a instancia del Maestre don Pelayo Pérez Correa, y las restableció después el Papa Alejandro IV; sin embargo, siempre ha estado en vigor en cuanto a la facultad de deponer al Maestre, si se juzgase ser inútil o dañoso, juntamente con el prior; y en uso de tal atribución en el Capítulo de Ocaña de 1338 depusieron al Maestre don Vasco López, y fue práctica en todos los Capítulos tenidos antes de la administración dejar a los Maestres las insignias, entregándolas al prior, el cual al día siguiente se las devolvía de acuerdo y con consentimiento de los Trece; este acto se llevaba a efecto en una ceremonia pública, dejando entrar al pueblo a presenciar el Capítulo, y en ella daba el Maestre las gracias por la restitución de las insignias de su jerarquía.

Cuando un caballero era elegido Trece juraba de esta forma:

«¿Vos Don... juráis a Dios ya Santa María ya esta señal de Cruz, ya estos Santos Evangelios, que tocáis corporalmente con vuestras manos, que cuando muriese el Maestre, que vos escogiereis persona idónea y suficiente para ser Maestre, que sea para reedificar y para defender y adelantar la Orden y mantener los frailes, según la Regla y Establecimientos de nuestra Orden y que no sea talla destruya?» «Sí, juro».






«¿Item que si viereis que el Mestre es inútil y pernicioso e incorregible y sin provecho, y que destruye la orden más que la aprovecha, que vos le depondréis del Mestrazgo, según forma de derecho?» «Sí, juro».

«¿Item que si alguna cuestión naciese entre él y el Cabildo, que vos intervendréis entre ellos?» «Sí, juro».

«¿Otrosí, que por este poder que tenéis no obedezcáis menos al Maestre, en tanto que será Maestre, de modo que no le desobedezcáis en contrario de lo que habéis jurado?» «Sí, juro».

La dignidad de Trece cayó en desuso por mucho tiempo hasta que se volvió a restablecer el 8 de junio de 1906 por Bula del Santo Papa Pío X.

Al morir tras la toma de Granada el Maestre don Alfonso de Cárdenas, y como quiera que esta Orden, como las demás de caballeros, había venido a ser un elemento de perturbación, su maestrazgo fue incorporado a la Corona por los Reyes Católicos con sus tierras y dominios; a partir de este reinado el título de Caballero de Santiago fue ya puramente honorífico.

El traje de ceremonia de los santiaguistas consiste en una capa blanca con una cruz roja en forma de espada, haciendo flor de lis en la empuñadura y en los brazos.

Requisitos para el ingreso en la Orden de Santiago

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El pretendiente que desee ingresar en ella probará en sus cuatro primeros apellidos ser hijodalgo de sangre a fuero de España y no hijodalgo de privilegio, cuya prueba ha de referirse asimismo a su padre, madre, abuelos y abuelas. Probará de la misma manera que ni él, ni sus padres, ni sus abuelos han ejercido oficios manuales ni industriales.

Tampoco se puede conceder hábito a persona que tenga raza ni mezcla de judío, moro, hereje, converso ni villano, por remoto que sea, ni el que haya sido o descienda de penitenciado por actos contra la fe católica, ni el que haya sido o sus padres o abuelos procuradores, prestamistas, escribanos públicos, mercaderes al por menor, o haya tenido oficios por el que hayan vivido o vivan de su esfuerzo manual, ni el que haya sido infamado, ni el que haya faltado a las leyes del honor o ejecutado cualquier acto impropio de un perfecto caballero, ni el que carezca de medios decorosos con los que atender a su subsistencia.

Relación de Maestres de la Orden de Santiago

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- Pedro Fernández (1170-1184).
- Fernando Díaz (1184-1186).
- Sancho Fernández (1186-1195).
- Gonzalo Rodríguez (1195-1204).
- Suero Rodríguez {1204-1206).
- Fernando González de Marañón (1206- 1210).
- Pedro Arias (1210-1212).
- García González de Arauzo (1212-1217).
- Martín Pelayo Barragán (1217-1221).
- García González de Candamio (1221- 1224).
- Fernán Pérez Chacín (1224-1225).
- Pedro González Mengo (1225-1237).
- Rodrigo Íñiguez (1237-1242).
- Pelay Pérez Correa (1242-1275).
- Gonzalo Ruiz Girón (1275-1277).
- Pedro Núñez (1277-1286).
- Pedro Fernández Mata (1296-1293).
- Juan Osórez (1293-1311).
- Diego Múñiz (1311-1318).
- García Fernández (1318-1327).
- Vasco Rodríguez (1327-1338).
- Vasco López (1338).
- Alonso Meléndez de Guzmán (1338-1342)
- Infante don Fadrique (1342-1358).
- García Álvarez de Toledo (1359-1366).
- Gonzal Mexía (1366-1371).
- Fernando Osórez (1371-1383).
- Pedro Fernández Cabeza de Vaca (1383- 1384).
- Rodrigo González de Mexia (1384).
- Pedro Múñiz de Godoy (1384-1385).
- Gercía Fernández de Villagarcía (1385- 1387).
- Lorenzo Suárez de Figueroa (1387-1409).
- Infante don Enrique (1409-1445).
- Álvaro de Luna (1445-1453).
- Juan II (primera ocasión) (1453).
- Infante don Alfonso (primera ocasión) (1453-1454).
- Enrique IV (1454-1462).
- Beltrán de la Cueva (1462-1463).
- Infante don Alfonso (segunda ocasión) (1463-1467).
- Juan Pacheco (1467-1474).
- Rodrigo Manrique y Alonso de Cárdenas (1474-1476).
- Fernando el Católico (1476-1477).
- Alonso de Cárdenas (segunda ocasión) (1477-1493).
- Reyes Católicos (1494).

     
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